Sanar el duelo: recursos en Guatemala

El duelo es una respuesta natural ante la pérdida, pero entenderlo y atravesarlo puede ser un desafío. Este artículo explica de forma clara qué es el duelo, cómo se manifiesta y cómo vivir sus fases de manera saludable. También incluye una sección con servicios e instituciones en Guatemala que brindan apoyo para acompañar este proceso.

¿Qué es el duelo?

El duelo consiste en una serie de emociones, pensamientos y conductas normales, que suceden en todas las culturas y países, ante una pérdida. Si bien tradicionalmente suele utilizarse el término para referirse al fallecimiento de un ser querido o a la pérdida de una relación personal, también puede presentarse ante la pérdida de una mascota, un objeto, etapa, empleo,  pérdida de la capacidad para hacer algo, pérdida de la salud o algún otro evento significativo.

En este proceso se puede sentir tristeza, ira, confusión, frustración, o arrepentimiento.  Es importante que las personas sepan que esta etapa es totalmente normal toda vez suceda durante un tiempo apropiado.

El duelo: una respuesta natural ante la pérdida

El duelo es una reacción completamente natural ante la pérdida de alguien o algo significativo. No se trata de una enfermedad, sino de un proceso emocional que permite adaptarse a la ausencia. Cada persona vive el duelo de manera diferente: algunas lloran, otras prefieren guardar silencio, y algunas más encuentran consuelo en la compañía o en sus creencias.

Durante este proceso pueden aparecer emociones como tristeza, enojo, culpa o confusión, todas válidas y necesarias para sanar. Con el tiempo, el dolor suele transformarse en aceptación y en la posibilidad de recordar con cariño, sin que la pérdida duela de la misma forma.

Reconocer el duelo como un proceso humano y normal ayuda a vivirlo con más comprensión y a acompañar a otros con empatía.

¿Qué tipos de pérdida existen?

Muerte

Es probablemente la que más reconocemos como causa de duelo a nivel social; suele ser más complejo cuando la muerte es inesperada como en el caso de una muerte natural súbita, accidentes, suicidios o por hechos relacionados al crimen. En algunos casos cuando los familiares padecen una enfermedad crónica como cáncer o enfermedad renal, el duelo puede anticiparse al fallecimiento de las personas.

Divorcio

En esta hay pérdida de una relación de pareja; el duelo puede complicarse por situaciones económicas o de vivienda después de la separación; o abusos de algún tipo cuando se vivía en pareja.

Pérdida laboral

El trabajo proporciona el acceso a un determinado estilo de vida, a un estatus social y a la realización de un proyecto personal de vida, además de ser una fuente de motivación o satisfacción personal, por lo que su pérdida puede tener repercusiones emocionales considerables. El duelo debido a la pérdida de empleo puede verse agravado por la situación económica personal o familiar, así como el desempleo existente en la región o país donde la persona habite.

Migración

Esto se ve tanto en la persona que migra de una comunidad en la que tiene relaciones cercanas, así como en los seres queridos que se quedan cuando esta persona parte de la misma. Puede ser más complejo para la persona que migra en otros sentidos, debido a que cambia el medio ambiente, la comida, el idioma, la cultura, entre muchas otras cosas.

Perder, sentir y sanar: comprendiendo el proceso del duelo

Cuando se pierde a alguien importante, el dolor puede sentirse abrumador. El duelo es la manera en que el cuerpo y la mente intentan adaptarse a esa ausencia. No hay una forma “correcta” de vivirlo: cada persona lo experimenta de acuerdo con su historia, sus emociones y su relación con quien ha partido.

Sentir tristeza, enojo, culpa o incluso alivio es parte del proceso. Todas las emociones tienen un propósito: ayudan a liberar el dolor y a darle un nuevo sentido a la pérdida. Negarlas o reprimirlas solo prolonga el sufrimiento.

Sanar no significa olvidar, sino aprender a vivir con el recuerdo de una manera más serena. Con el paso del tiempo, la herida se vuelve menos dolorosa y se transforma en amor y gratitud por lo compartido. Comprender esto permite mirar el duelo no solo como un momento de dolor, sino también como una oportunidad de crecimiento y reconexión con la vida.

¿Cuáles son las etapas del duelo?

Si bien se han establecido fases del duelo, es importante mencionar que este es un proceso dinámico, y no todas las personas pasan por todas las fases ni en el mismo orden. Las fases son: 

Negación: Frecuentemente es la fase más inmediata, relacionado a un “shock” emocional muy fuerte, se suele utilizar frases como “No puede ser” o “Esto no puede estar pasando”. En algunos casos, algunas personas pueden restarle importancia a la pérdida como manera de negación. 

Irá: Más allá de sentimientos como rabia, puede expresarse como frustración, impotencia o enojo. Puede ser expresado hacia otras personas o hacia uno mismo, con frecuencia en esta etapa las personas atribuyen la culpa de la pérdida a algo externo. Son típicas frases como “¿Por qué me está pasando esto a mí?”

Negociación: Esta fase se caracteriza con la esperanza de que las cosas continúen igual o que exista una alternativa a la realidad, como algunos pacientes que ante la noticia de una enfermedad terminal buscan alternativas no avaladas por la ciencia para intentar curarse. Es frecuente que existan pensamientos de querer volver el tiempo atrás para poder tomar decisiones diferentes. La frase que resume esta etapa es “¿Qué hubiera sucedido si…?”

Depresión: En este periodo la persona es más consciente de la realidad de la pérdida y empieza a sentir tristeza o desesperanza, puede existir pérdida de motivación, irritabilidad y aislamiento social. 

Aceptación: En esta se llega a un estado de calma secundario a entender la muerte o pérdida como parte de la vida. La frase principal es “Todo va a estar bien” o “La vida sigue”. 

Dolor emocional: cómo afecta al cuerpo y la mente

El duelo no solo se siente en el corazón, también puede reflejarse en el cuerpo, las emociones y la mente. Reconocer estas señales ayuda a entender y cuidar mejor el proceso.

Manifestaciones físicas: molestias estomacales, opresión en el pecho o garganta, cansancio, palpitaciones, falta de aire o dolor de cabeza. En personas con diabetes o hipertensión, el dolor emocional puede agravar los síntomas; si son intensos o duraderos, conviene acudir al personal de salud.

Manifestaciones en la conducta: cambios en el sueño, distracción, aislamiento temporal, soñar con la persona fallecida, llorar con frecuencia o guardar objetos que recuerdan la pérdida.

Manifestaciones emocionales: tristeza, enojo, ansiedad, angustia, frustración o incluso alivio, sobre todo si la persona fallecida estaba sufriendo.

Manifestaciones cognitivas: confusión, dificultad para concentrarse, pensamientos repetitivos o breves alucinaciones visuales o auditivas, que suelen ser pasajeras y normales en este proceso.

Cada duelo es único: comprendiendo el dolor emocional

El duelo es una experiencia profundamente personal que se manifiesta de forma distinta en cada individuo. Aunque dos personas compartan una misma pérdida, su manera de vivirla, expresarla y procesarla puede ser completamente diferente. Esto se debe a múltiples factores: el vínculo emocional con lo perdido, la historia de vida, los recursos personales, el apoyo social y las circunstancias del momento.

Comprender que cada duelo es único permite reconocer que no existe una forma “correcta” o “incorrecta” de sentir. Algunas personas pueden llorar con intensidad, mientras que otras pueden guardar silencio; unas buscan compañía, otras necesitan tiempo a solas; algunas avanzan de manera gradual, mientras que otras experimentan el proceso en oleadas.

Aceptar esta diversidad ayuda a disminuir la presión social y personal sobre cómo debe enfrentarse una pérdida. También invita a tener compasión, tanto hacia uno mismo como hacia los demás, entendiendo que el dolor emocional es válido y merece ser acompañado con respeto y paciencia.

Duelo complicado o prolongado

En algunas personas, el proceso de duelo puede volverse más difícil y durar más de lo esperado. A esto se le llama duelo complicado o prolongado.
Aunque el tiempo de duelo varía según cada persona, suele esperarse una mejora gradual entre los seis meses y un año. Sin embargo, cuando el dolor se mantiene con mucha intensidad o interfiere con la vida diaria, puede ser señal de que se necesita apoyo profesional.

Algunas señales de alerta son:

  • Sentir una identificación excesiva con los síntomas o la enfermedad de la persona fallecida.
  • Desarrollar enfermedades físicas o presentar ataques de pánico.
  • Tener una rabia o culpa muy intensas.
  • Idealizar en exceso a la persona que murió o evitar todo lo que recuerde la pérdida.
  • Sentirse desorganizado o sin energía durante mucho tiempo.
  • Experimentar alucinaciones frecuentes o estados de euforia que no pasan.
  • Usar alcohol o drogas para intentar sobrellevar el dolo

¿Cómo apoyar a alguien en duelo?

El primer paso, y quizá el más sencillo para todos, es acompañar a la persona que está pasando por un duelo o a su familia. Estar presente, escuchar si desean hablar o simplemente compartir un momento para distraerse puede significar mucho. 

Recordar juntos los buenos momentos y lo que la persona ausente dejó en sus vidas ayuda a mantener viva su memoria de una forma positiva.

Cuando la distancia impide estar cerca, ya sea por motivos de trabajo o porque se vive en otro lugar, el apoyo también puede darse a través de mensajes, videollamadas o cualquier medio digital. A veces, quien está de duelo necesita tiempo y espacio antes de querer conversar o recibir compañía. Reconocerlo y respetar su proceso es una forma de mostrar empatía y cuidado. 

Duelo en niños, adolescentes y adultos: diferentes formas de sentir

A menudo existen ideas equivocadas sobre cómo viven el duelo los niños y adolescentes, y estas pueden influir en la manera en que se les acompaña durante una pérdida. Una de las más comunes es creer que los niños no sienten tanto dolor como los adultos. Sin embargo, todos los niños sufren cuando pierden a alguien importante, aunque lo expresen de forma diferente. Su dolor es real y necesitan comprensión y apoyo.

También se suele pensar que los niños olvidan pronto a la persona fallecida o que superan el duelo con facilidad. En realidad, algunos pueden olvidar ciertos detalles con el tiempo, mientras que otros conservan recuerdos muy vivos. Cada niño y adolescente vive el duelo a su manera, dependiendo de su edad, de cuánto entienden sobre la muerte y del entorno familiar y social que los acompaña.

En el caso de los adolescentes, actividades como pasar tiempo con amigos, escuchar música, escribir, hacer ejercicio o participar en actividades comunitarias pueden ayudarles a expresar sus emociones y sentirse acompañados.

Hay quienes creen que asistir a rituales como funerales puede ser traumático, pero en realidad puede ser muy positivo. Participar en estos momentos les ayuda a comprender lo que ha pasado, despedirse y encontrar sentido a la pérdida. Entender esto permite brindar un acompañamiento más empático y saludable a los niños y adolescentes que atraviesan un duelo.

El duelo no se supera, se transforma

El duelo no es un desafío que deba “superarse” como si se tratara de un problema a resolver. En cambio, es un proceso que con el tiempo se transforma. La persona que atraviesa una pérdida no olvida lo que significó aquello que ya no está; más bien aprende a convivir con la ausencia, a darle un nuevo lugar en su vida y a reconstruir su mundo emocional a partir de esa experiencia.

A medida que pasa el tiempo, el dolor suele hacerse más manejable. No desaparece por completo, pero cambia de forma: deja de ser una herida abierta para convertirse en un recuerdo que puede coexistir con nuevas vivencias, afectos y esperanzas. Esta transformación permite que la persona recupere su estabilidad, honre lo que perdió y continúe avanzando, llevando consigo lo aprendido y lo sentido.

Después del dolor, la reconstrucción

Después del dolor profundo que acompaña a una pérdida, llega un momento en el que la persona comienza a reconstruirse. No sucede de inmediato ni sigue un orden predecible; es un proceso gradual en el que recupera fuerzas, reorganiza su vida y encuentra nuevas formas de seguir adelante.

En esta etapa, la persona empieza a reconocer que, aunque la ausencia continúa, también existen espacios para el bienestar, la calma y la esperanza. Poco a poco, retoma actividades, fortalece vínculos y descubre nuevas maneras de darle sentido a su experiencia. Esta reconstrucción no borra lo vivido, pero permite que la vida avance con mayor serenidad, integrando el recuerdo en un camino renovado.

Honrar la vida: ritualidad, espiritualidad y cultura en el proceso de duelo

Honrar la vida de quien ha partido es una parte esencial del proceso de duelo. Para muchas personas, los rituales, la espiritualidad y las prácticas culturales ofrecen un camino para expresar el amor, la gratitud y el significado que esa relación dejó. Estos actos, ya sea encender una vela, visitar un lugar especial, compartir recuerdos o participar en ceremonias familiares o comunitarias ayudan a dar forma al dolor y a sostener emocionalmente a quienes atraviesan la pérdida.

La espiritualidad, sin importar la creencia, brinda consuelo al ofrecer un sentido de continuidad, esperanza o conexión. De igual manera, las costumbres culturales dan estructura y acompañamiento, creando espacios donde la persona puede sentirse comprendida y apoyada.

A través de estas prácticas, la persona no sólo despide a quien falleció, sino que también encuentra un modo de sanar, de mantener un vínculo significativo y de avanzar con mayor fortaleza en su camino de reconstrucción emocional.

¿Cuándo buscar apoyo profesional?

Con el tiempo, la mayoría de personas logra adaptarse a la pérdida y encontrar nuevas formas de seguir adelante. Sin embargo, hay momentos en los que el dolor puede volverse tan intenso o duradero que afecta la salud emocional, física o las relaciones cotidianas. En estos casos, buscar apoyo profesional no solo es válido, sino necesario.

Se recomienda acudir con un psicólogo, psiquiatra o terapeuta especializado en duelo cuando:

  • El dolor emocional se mantiene con la misma intensidad después de varios meses.
  • Hay una sensación constante de vacío, culpa o desesperanza.
  • Se presentan cambios fuertes en el sueño, el apetito o la energía.
  • Aparecen síntomas físicos frecuentes sin causa médica aparente.
  • Se evita todo lo que recuerde a la persona fallecida o, por el contrario, se piensa de forma obsesiva en ella.
  • Se utilizan el alcohol, los medicamentos o las drogas para intentar calmar el dolor.
  • Existen pensamientos de no querer vivir o de hacerse daño.

¿Dónde buscar apoyo en Guatemala?


1. Escuela de Ciencias Psicológicas – Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC)
 9ª Avenida 9-45, Zona 11, Ciudad de Guatemala.
(502) 2418-7530
Lunes a viernes de 8:00 a 12:00 y de 13:00 a 17:00; sábados de 8:00 a 12:00.
Brinda atención psicológica gratuita a la población en general, a través de estudiantes supervisados por profesionales.

2. Centro de Asistencia Social – Universidad Panamericana (CAS-UPANA)
7ª Avenida 3-17, Zona 9, Ciudad de Guatemala.
(502) 2212-9102 (Ciudad de Guatemala) / (502) 7765-0102 (Quetzaltenango).
Lunes a viernes de 8:00 a 16:00, sábados de 7:00 a 15:00.
Ofrecen consultas psicológicas con tarifa social (desde Q25) y apoyo en procesos emocionales como el duelo.
www.casupana.org

3. Organización Mujeres en Superación (OMES)
3ª Avenida 5-72, Zona 1, Ciudad de Guatemala.
(502) 2230-5647 / (502) 4484-9637
Atención con cita previa, presencial o virtual.
Ofrecen atención psicológica individual y grupal a mujeres, adolescentes y familias en situación de vulnerabilidad, incluyendo acompañamiento en duelos.
www.omesgt.org

4. Instituto de la Víctima
3ª Avenida 16-31, Zona 10, Ciudad de Guatemala.
 (502) 2314-5800 (PBX nacional)
Lunes a viernes de 8:00 a 16:00 h.
Ofrece atención psicológica y legal gratuita a víctimas de delitos, violencia o pérdidas traumáticas, con cobertura en todo el país.
www.institutodelavictima.gob.gt

5. Asociación Guatemalteca de Tanatología y Cuidados al Final de la Vida
Ciudad de Guatemala (contacto en línea).
Disponible mediante formulario web.
Promueve el acompañamiento y formación en temas de muerte, duelo y cuidados paliativos. Ofrece talleres, asesoría y grupos de apoyo.
www.asociaciondetanatologia.com

6. Clínica Psicológica Xela
4ª Calle 23-61, Zona 3, Quetzaltenango.
(502) 4559-0024
Lunes a viernes de 9:00 a 18:00 h (consultar horarios sabatinos).
Ofrecen atención psicológica presencial y virtual con tarifas reducidas. Cuentan con experiencia en acompañamiento de duelo y terapia emocional.
psico.org/centro-52197

Referencias

  • UNICEF. (2020). Manual sobre duelo. En: https://www.unicef.org/elsalvador/media/3191/file/Manual%20sobre%20Duelo.pdf [con acceso el 21 de octubre de 2025].
  • Asociación Colombiana de Psiquiatría. (2025). Caja de herramientas: Manejo del duelo. En: https://psiquiatria.org.co/documentos/Caja%20de%20Herramientas%20Manejo%20del%20Duelo.pdf [con acceso el 21 de octubre de 2025].
  • Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental. (2021). Cuadernillo duelo. En: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/816617/Cuadernillo_Duelo_2021.pdf  [con acceso el 21 de octubre de 2025].
  • Asociación Mexicana de Tanatología (2014). Duelo. En: https://www.tanatologia-amtac.com/descargas/tesinas/244%20duelo.pdf  [con acceso el 21 de octubre de 2025].
  • Atxotegui, J. (s.f.). Los duelos de la migración: Una aproximación psicopatológica y psicosocial. En: http://incedes.org.gt/Master/atxoteguisiete.pdf [con acceso el 21 de octubre de 2025].
  • Sociedad Española de Oncología Médica. (2007). Manifestaciones del duelo. En: https://www.seom.org/seomcms/images/stories/recursos/sociosyprofs/documentacion/manuales/duelo/duelo08.pdf  [con acceso el 21 de octubre de 2025].
  • Rojas Vite, G. (2016). El duelo patológico, una propuesta explicativa. En: https://ru.dgb.unam.mx/server/api/core/bitstreams/79230080-7936-48b0-90dc-04352786f038/content [con acceso el 22 de octubre de 2025].
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